Tenemos la instrucción de ser correctos, divertidos, cuerdos, inteligentes. Esto es automático. A veces esto puede resultarte cómodo, o a veces puede sentirse como andar con una chaqueta de una talla más chica que la que tienes; apretada e incomoda, que no te permite moverte con libertad.
Y pareciera que cuando seguimos todas esas normas de ajustarte a lo que suena normal te estás “portando bien”.
Que sientes y piensas si te digo que tienes permiso para ser auténtic@, espontáne@, para decir lo que quieras aunque no esté perfecto, aunque te equivoques, y aunque no todos estén de acuerdo?
Observa los pensamientos e ideas que aparecen; ¿te gustaría… da miedo…piensas en las consecuencias o incómod@ que estarías? O te parece que aún no eres lo suficientemente inteligente/ maduro/ atractivo para validar tu punto de vista y compartirlo?
¿Sientes energía al pensar en como sería tu manera de sentir y tus ideas y emociones fluyeras desde tu interior hacia el resto? Piensa en todo lo que harías y dirías.
¿Qué pasa si te doy permiso para ser tu mism@? Yo solo puedo decirte que es posible. El permiso te lo das tú.
No digo que sea fácil ni soy al extremo positiva. Hay un riesgo al mostrarte. Te expone en cierta manera a que alguien te cuestione, se aleje, o rechace. Pero el no hacerlo tiene un costo alto; dejar de mostrar tu riqueza, creatividad, belleza y cariño. Dejar de tener la cercanía que logras con tu autenticidad. Creo que es un precio que vale la pena pagar.
Como dice Regina Spektor en su canción Better: “Si nunca dices tu nombre en voz alta a nadie, ellos nunca jamás pueden llamarte por tu nombre”.
Dale una vuelta. Deja que te conozcan.
Te dejo un desafío: ahora, mañana o pasado mañana date el gusto de decir eso que quieres, aunque escuches esa voz que quiere callarte para cuidarte. Y observa que pasa y como te sientes. Si quieres conversar más de este tema u otros en que te gustaría recibir ayuda, haz click en el link para tener una sesión.